¿Tenía que ser algo respiratorio?


Pestes y pandemias han habido por decenas a lo largo de la historia de la humanidad. Lo que un día fue fatal e irremediable, llegó a ser algo tratable y curable. Lo que fue moda, se volvió rutina. Lo que causó pánico se volvió anécdota.

La siguiente es una revisión que busca responder a la inquietud siguiente: ¿por qué precisamente hoy en día tendríamos que vivir una amenaza viral que acosa primero que nada el sistema respiratorio antes que cualquier otra función o conjunto de órganos internos?



Antes que adentrarnos en las características emcionales y psicosociales que se albergan en la expresión de los padecimientos respiratorios como el asma, la bronquitis, el enfisema pulmonar o las prácticas que afectan las funciones cardiorrespiratorias (como fumar o respirar metales pesados) y todo aquello que atente contra el acto y efecto de la respiración, primero es importante tomar en cuenta un par de verdades básicas dictaminadas por la tradición de la medicina china:

1) Los chinos antiguos supieron interpretar los ataques virales (y diferenciarlos de las invasiones microbianas) al tipificarlos como "viento frío externo", tanto por su llegada, como por sus síntomas y su comportamiento al interior del cuerpo.

2) Como todo ataque de viento es súbito, insospechado, furtivo. Por lo que siempre tomará de sorpresa a quien lo reciba. Esto posibilita su prevalencia en la población.

3) Ante distintas condiciones patológicas en el ambiente, algunos organismos presentarán síntomas y signos, otros repelerán el ataque viral, bacteriano, etc. Es decir, todo depende de la calidad autoinmune de una persona.

4) Toda invasión patógena es oportunista. Agrederá con mayor precisión a las funciones, aperturas, organismos, jiaos, canales, etcétera, que se encuentren más débiles o propensos a darle alojamiento inconscientemente a la maldad.

5) La lógica de expulsión patógena pasa por dos instancias: una función material que va a depender de una determinada cantidad de aperturas de expulsión, mediante líquidos y sustancias orgánicas. Mientras que también hay una excreción energética, que va a responder a la lógica de los puntos shu antiguos.

6) El triunfo del organismo sobre los patógenos invasores comprende tanto el encapsulamiento y defenestración de los agentes patológicos, como también una lección nueva para el sistema nervioso central autónomo y sus mecanismos de inmunidad, lo que los chinos llamaban el  wei chi.


Si hacemos una lectura meditada de los puntos anteriores, vamos a encontrar una lógica clara en el tema de un determinado virus mutado, modificado, renovado, o como se le guste llamar; el cual comprende una configuración de ARN + ADN, proteínas, enzimas, etc., para el que las condiciones inmunológicas del organismo humano simplemente no están preparadas para eludir, contraatacar, desactivar esa acometida.

Qué pasa acá: sucede que un sistema inmune débil ante este ataque de "viento frío externo" es lo mismo que decir que la persona posee una falta de preparación en los meridianos del Tai Yin (Bazo Páncreas + Pulmón) y una debilidad clara en el binomio metal (Pulmones + Intestino Grueso).

Como pueden ver, el denominador común es un sistema respiratorio indispuesto. Lo primero que hay que considerar es que el órgano pulmón, para la medicina tradicional china, es el encargado de dos cosas fundamentales: la piel (y la humedad exterior) y también la primera noción de supervivencia (la capacidad de alerta, alma corpórea PO). Esto sería como tener descuidada la puerta de la ciudadela, tener al guardia dormido, la barrera defensiva resquebrajada, seca y rota.


Por otro lado hay que considerar que a nivel emocional la expresión del metal (donde habita el pulmón energéticamente), corresponde también a la noción de introspección, de autoconcepto, y también de espiritualidad. El luto, la tristeza, el "encontrarse así mismo" viven aquí.

Qué quiere decir esto: que una persona con una vida espritualmente vacía, que sólo deambula entre trabajar, consumir, celebrar/vacacionar, dormir/descansar, y otra vez la misma rutina, estaría lesionando ininterrumpidamente el flujo natural del qi. Pues no estaría permitiéndose las expresiones de la proyección trascendental del ser espiritual, ni tampoco el silencio meditativo. En lugar de vivir 5 movimientos, vive sólo 3. Es como ir 5 años al gimnasio y sólo trabajar tren superior.

¿Qué clase de qi defensivo podría tener alguien que sólo trabaja 3/5 ámbitos del desarrollo  humano? Tristemente este es el acontecer de miles de millones de personas en el mundo actual.

Con lo anterior es importante recordar una expresión básica de la medicina tradicional china: "todo está conectado con todo, como es adentro es afuera, como es arriba es abajo", lo mismo podemos aplicar a los principios de la somatización: no hay enfermedad física sin enfermedad emocional.

Es evidente que junto con la debilidad pulmonar de quienes habitan en entornos urbanos contaminados, también hay que tomar mucho en cuenta la miserable vida religiosa y espiritual de la gente. El mundo está lleno de credos y religiones, pero a pesar de eso, la calidad y la cantidad (minutos al día) que la gente le dedica a actividades como la oración, meditación o rezos tradicionales refleja esa disparidad extrema. Estamos en un mundo espiritualmente famélico, en una ignorancia de toda cultura espiritual, que resulta abrumante cuando la gente nos enfrentamos a un fenómeno como la cuarentena mundial actual. No hay recursos espirituales, porque toda nuestra vida ha venido girando en torno a sólo expresiones de ciclo comercial, y nada más. En lugar de buscar nuestro camino queremos comprarlo, consumirlo, incluirlo en nuestros seguros y créditos.

Así que si conjuntamos los factores de riesgo medioambientales, la carencia de actividad aeróbica diaria, los errores alimenticios, la ignorancia acerca de los recursos naturales y herbolarios, y sobre todo el abandono multitudinario de la vida espiritual, encontramos a la postre un plano energéticamente miserable en todo lo relacionado con la expresión metal (pulmones, intestino grueso, espíritu PO, tai yin).

No existe ni existirá gel antibacterial, ni tapabocas para el vacío existencial u ontológico. La noción de la trascendencia del ser es una necesidad tan importante como respirar o comer. Tal vez un asunto pandémico como este, que no ha sido un problema gástrico, que no ha sido de orden circulatorio ni renal, sino principalmente respiratorio, sea el llamado de la propia naturaleza divina del ser humano, para enmendar el camino.

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