El cuerpo lo sabe
Todo eso que necesitas saber y resolver en ti, tu cuerpo ya lo sabe, pero hay un pequeño problema: hay muchos obstáculos entre el saber y el ejercer de la fisiología.
Probablemente este estatuto sea lo que mejor puede definir el acontecer de la salud, la presencia de los patógenos, las enfermedades en sus diferentes estadios de desarrollo, y claro que también lo idílico del estado homeostático.
Para comprender la salud desde la óptica de la antigua medicina china, hay que distinguir las teorías fundamentales que básicamente tratan de cómo el mundo exterior, la naturaleza, el cosmos son obras perfectamente compatibles con la expresión fisiológica y la existencia del ser humano en todos sus ámbitos y etapas de desarrollo.
Una de las cosas más interesantes de la variación de ciclo cosmológico proveniente del pilar Wu Xing (5 movimientos) es la preponderancia del elemento tierra, como base común del resto del ciclo. Básicamente se puede decir que el lienzo en el que coexisten los procesos fisiológicos está regido por este elemento: la tierra.
Hay dos grandes fortalezas, entre las muchas virtudes que acopia el elemento tierra en sus elementos insignes: bazo-páncreas + estómago, y estas fortalezas son: el procesamiento de información y el procesamiento de nutrientes. Básicamente el saber y el sabor. El cuerpo sabe.
Esta sabiduría es innata. Realmente el elemento tierra es capaz de entender justo lo que necesita un cuerpo en perfecto equilibrio y salud... si tan sólo el resto del sistema estuviera perfectamente alineado y en su punto.
En medio del caos y las restricciones de acción pensamiento y hasta de la respiración, la humanidad de hoy está más obstruida que nunca en este centro de operaciones del jiao medio. Entonces el que sabe se olvida de lo que sabe, se distrae, se muestra apesadumbrado y no consigue responder a los cuestionamientos.
Aquellos naturistas y terapeutas que aseguran que todo comienza en el estómago, bien pueden tener la razón si se observa la enfermedad desde este punto.
Para nosotros, el paso del tiempo deja en claro que la mayor virtud de la clínica está en los niveles de aprendizaje del paciente: un aprendizaje consciente de las condiciones que representan riesgos de salud, lo cual permite al paciente tomar sus decisiones y medidas de acuerdo a su perfil; y por otro lado un segundo aprendizaje inconsciente, en el que los sistemas inmune y nutritivo (wei + jing) del ser humano responden a los estímulos terapéuticos, resolviendo lo errado, conectando lo roto y recordando lo que desde luego el cuerpo ya sabe.
En varias ocasiones hemos convenido que un despertar terapéutico de la consciencia interna optimizaría los propios órganos, vísceras, tejidos, sustancias, secreciones y excreciones, de manera que la fisiología entera pueda reconectar los puntos inconexos para alcanzar un estado de salud óptimo.
En esta sensibilidad, re-conocimiento y re-aprendizaje, la puesta a punto de los órganos gastrointestinales resultan un avance muy positivo, que no debe dejarse para después.
Por último, siempre es preciso dotar al elemento tierra de buena comida, buena bebida, actividad física anaeróbica y claridad de pensamiento.
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