Más allá de las agujitas para bajar de peso
Muchas mentiras rodean al mundo de la lucha contra la obesidad: productos milagro, dietas extenuantes, gimnasios caros y marketing de un montón de cosas que no abonan en nada a la salud.
Para empezar hay que entender de que perder peso es una aspiración que tiene muchos componentes culturales que comprometen su éxito.
Y que si bien es cierto que hay quienes enfrentan situaciones de hormonales y de otros órdenes que les impiden tener una buena relación figura-salud, también hay mucho extravío en cuanto a quienes sí pueden mejorar su situación con disciplina y compromiso.
Tristemente, para el terapeuta de acupuntura, uno de los yugos heredados por malas prácticas del pasado radica en que se tratase de una terapéutica "para bajar de peso rápidamente y sin esfuerzo".
Técnicas como la auriculoterapia y la electrocelulipólisis traen el estigma de barrer con el peso extra de muchos pacientes, so pena de "ser un fraude".
Es una locura. La obesidad es un asunto multifactorial profundo, dependiente de formas de pensar y vivir, castigado por los modelos de belleza comerciales y lo que es peor: explotado por la fuerza de un mundo de sedentarismo, malos hábitos e ignorancia.
A la obesidad desde la medicina tradicional china se la observa como el producto patógeno de una vida de preocupación, sedentarismo, pasividad y falta de fuerza de voluntad ante los hechos de la existencia, y desde luego también malos hábitos alimenticios, sedentarismo preponderante y una cultura que mira a "los repuestitos" como personas sanas y rebosantes.
La obesidad se derrota desde el pensamiento primeramente: hace falta aprender a comer y seleccionar lo que se ha de ingerir, hay que derrotar el sedentarismo con actividades que vigoricen cada articulación y cada músculo posibles. Además hay que hacer uso de una terapéutica como la acupuntura y la herbolaria para armonizar la inclinación adversa de los órganos internos.
Así que no existe milagro dietético ni ejercicio milagroso, la obesidad regular se vence cuando se cuestiona el estilo de vida y se combate la disfunción de manera inteligente y multifactorial. Sin fármacos de moda ni atajos. Asumiendo el compromiso del costo de una vida de mentiras y malos hábitos a cambiar.
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