La Ciudad como agente patógeno

No hay prácticamente nadie consciente  de lo que la ciudad como concepto y fenómeno repercute en la calidad de la salud de la gente. En realidad hay evidencias que pueden confirmarse de manera simple. Por ejemplo, los habitantes de las grandes ciudades, por mucho que trabajen y sean responsables de sus actividades diarias no producen los alimentos que consumen, no monitorean la calidad del aire que respiran, no duermen lo suficiente, no cuidan su actividad física diaria requerida y no están seguros de qué sucede con sus residuos o basuras (que además no son separados ni preparados para su tratamiento). Muchos de los habitantes de las grandes ciudades del mundo se mueven diariamente con sistemas basados en el uso de hidrocarburos, y son pocos los que buscan reducir el impacto ambiental de sus vehículos y sistemas de transporte público.

Uno de los denominadores comunes de los pacientes que acuden a nuestro consultorio es el estrés, la presión de las actividades diarias, las exigencias familiares y las incomodidades de las vicisitudes suburbanas. El tercer mundo impone condiciones que aceleran y acentúan los problemas de salud que ya vienen con la herencia genética, los hábitos y las emociones personales. 


Como ya se ha señalado previamente en este blog, la acción terapéutica se fortifica cuando el o la paciente en cuestión se hace consciente de sus necesidades, sus defectos y áreas de oportunidad. Hoy revisamos brevemente algunas de las necesidades elementales del paciente, en relación con las dificultades que le representa pertenecer a un medio urbano o semiurbano.

1.- Orden y limpieza para la naturaleza

Si bien el paciente  puede hacer poco con el problema de la generación de basura urbana y su escaso o nulo tratamiento profesional, sí debe involucrarse en el orden, la limpieza y el cuidado de los residuos del hogar en el que habita. Especialmente aquí influye la disminución de uso de productos y alimentos industrializados para dar paso a la preferencia por los alimentos y productos naturales. 

2.- Altas temperaturas

La sola presencia de territorios amplios de pavimento y construcciones representa un atropello contra la flora y fauna y una afectación a la calidad del suelo, esto se aprecia con los problemas de drenaje de lluvias y por supuesto la elevación de temperaturas en épocas de calor. 

En casos de las que se denominan como enfermedades de calor (inflamaciones, infecciones, congestiones, etc.), las condiciones ultracálidas empeoran los signos y síntomas de los enfermos. Es por eso que vale mucho la pena que el paciente busque lugares naturales, arbolados, frescos y ventilados. En una frontera emocional-espiritual, una actividad como plantar y cuidar un árbol, jardín o huerto urbano puede ser  muy beneficioso para el esparcimiento y la mejoría de los pacientes.



3.- Aire basura

La huella de carbono, partículas suspendidas y metales pesados del aire urbano es claramente basura. Cuando el paciente deambula por la ciudad es muy importante que se proteja de los efectos nocivos del aire contaminado. Bufandas, suéteres, filtros, cubrebocas, tés y estimulantes del sistema respiratorio son recursos estratégicos para todos los días.

Así mismo quienes se ven sometidos a cambios de condiciones climáticas artificiales (frigoríficos, aires acondicionados, hornos, vapores, planchas, etc.) deben redoblar esfuerzos contra la inercia patológica de sus actividades cotidianas.


4.- Sedentarismo

Especialmente sucede con los pacientes involucrados con enfermedades cardiovasculares y de sobrepeso. Dependiendo el caso, cada paciente debe buscar actividad física cotidiana, suficiente y apta para su perfil personal. Fenómenos como la movilidad privada (autos, motocicletas, etc.) son enemigos jurados de la recuperación de forma física, talla, peso y condición aeróbica.

Caminar en un ambiente limpio, preferir el transporte público o incluso asumir con sus respectivas precauciones movilidades sustentables como el uso de bicicletas con asistencia eléctrica o el trote suave en trayectos inferiores a los 5 kilómetros, representan respuestas magníficas a los problemas de movilidad urbana y salud personal.


5.- Huir de la ciudad

Vacaciones, feriados, festivos y demás descansos son oportunidades insuperables para literalmente cambiar de aires. En ciudades superpobladas es importante considerar que la saturación y monotonía pueden afectar profundamente el goce de vivir. Es por eso que aunque sea de manera económicamente limitada o breve, vale mucho la pena  tomarse un break lejos del monstruo citadino.



Es muy cierto que las condiciones que impone el fenómeno de la ciudad a los individuos serán muy difíciles de cambiar, pero también es verdad que se conscientes de estos retos puede ayudar a la gente a sobrellevar mucho mejor el rol de ser bicho de ciudad.

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